La adolescencia es una etapa que asociamos fácilmente con egocentrismo,
egoísmo, inconformismo, confusión, e inestabilidad emocional, sin embargo David
Bainbridge, quien dijo “ser adolescente es aquello que nos convierte en seres
humanos”, adjudica a esta etapa la
responsabilidad de la condición humana, de hecho, somos la única especie
animal que requiere de una etapa en su ciclo evolutivo para la madurez, no una
transición, sino una etapa en sí misma con identidad propia.
Lo cierto es que hace cientos de
miles de años, cuando el simple instinto de supervivencia, como individuo y como especie, dominaba
nuestra existencia, dejábamos de ser
hijos porque nos convertíamos en padres. Nuestro desarrollo intelectual fue
acomodando nuestra vida y por tanto ralentizando la urgencia, y ganamos tiempo.
Tiempo, para seguir aprendiendo, y pensar más y mejor, a eso, podemos llamarlo
creatividad. Tiempo para aprender de la vida y de la salud y
alargar la vida, y poder cuidar ya no sólo de nuestros hijos, sino
también a nuestros nietos. Aparece una etapa nueva en el proceso evolutivo de
la persona. La adolescencia.
De 0 a 10 años creamos billones
de conexiones neuronales aprendiendo del mundo que nos ofrecen habitualmente los
padres y la familia, de 10 a 20 muchísimas menos y se genera una serie de
desconexiones, una especie de “poda cerebral”, las
funciones superiores y su centro se activan, por lo que hay tiempo para una
reestructuración cerebral y por tanto de activación de nuevas zonas cerebrales.
Tiempo durante el cual vemos a través de nuestra propia consciencia que lo que
hemos aprendido no funciona para el mundo que vemos ahora, se activan zonas
cerebrales que aunque ya desarrolladas no había existido aún la necesidad de
utilizar. Pero la corteza cerebral prefrontal sigue siendo inmadura, lo que
hace que cueste decidir y medir las consecuencias. Y eso genera vulnerabilidad y confusión,
romanticismo, fantasía y por tanto creatividad, ya que uno busca su propio camino, digamos que
por primera vez.
Existe una promiscuidad de cara
a los riesgos, drogas, sexo precoz,
descontrol de impulsos…¿son estúpidos o ignorantes?. Muchos necesitan romper
con los padres, no asumir sus normas,
como una búsqueda de identidad propia.“Hacer
lo contrario a lo que conozco es la única manera que tengo de diferenciarme”,
“aprender sobre el riesgo es mi única manera de aprender porque mi mundo no
funciona como el de mis padres”. Se les da mal calibrar consecuencias, y
quieren calibrarlas por sí mismos. Los adultos no podemos empujar a los
adolescentes a ser más arriesgados pero podemos entender que es una etapa
necesaria para la autorrealización del individuo.
Además de ser una etapa de sudor
pelos y grasa, la adolescencia es también una fase de remodelación del cerebro,
y su objetivo es crear un cerebro organizado pero flexible.
Juancho
Pérez-Aramendía
Psicólogo
col.núm:A-898
Martínez Bardaji psicología.