La
historia de la humanidad nos demuestra que la evolución
tecnológica nos ha permitido hacer cada vez más cosas y de forma más cómoda y/o
eficaz. Recuerdo como la película de animación “WALL-E” de Pixar, describía una
sociedad tan avanzada tecnológicamente que nadie necesitaba hacer ningún
esfuerzo muscular, aunque eso significara que las personas mostraran signos
evidentes de sobrepeso, así como atrofia muscular y articular.
¿Significa
esto que la invención de la rueda y las posteriores invenciones y
descubrimientos nos han perjudicado? Evidentemente no, pero sí es cierto que la
tecnología mientras permite desarrollar nuevas habilidades convierte a menudo
otras en innecesarias, y por tanto, o no se desarrollan, o dejan de usarse y se
atrofian. ¿Cuándo se convierte el uso de la tecnología en abuso? Cuando su
beneficio y su coste están descompensados. Si no hay un equilibrio entre el
beneficio y el coste, el beneficio se va infravalorando progresivamente por lo
que va resultando cada vez más insuficiente…y voy a querer más. Es así como se
va generando una adicción.
El
ocio y la vida social son dos factores importantes y sanos para el ser humano, en todas sus etapas, y
por tanto también para el adolescente. Sin embargo, aumenta exponencialmente la
preocupación de padres con hijos en esta etapa que no salen a divertirse ni a
sociabilizarse y que parecen motivados sólo ante la pantalla de un ordenador,
móvil o similar. Estos chicos y chicas cubren dichos factores desde casa y a
bajo coste.
Si
mi forma de divertirme es, por ejemplo jugar al rugby, tengo que ponerme
primero de acuerdo con otros jugadores, cumplir la normativa y conocer la
técnica, preparar mi cuerpo y en el juego…esforzarme y sudar…su coste me
fortalece. Si quiero tener una vida social sana tengo que salir de casa,
mostrarme como soy y aceptar al de enfrente, superar miedos y tomar
decisiones…su coste me vuelve a fortalecer.
¿Y si mi forma de divertirme y de relacionarme
es desde el sofá de casa a través de una pantalla?...
Juancho
Pérez-Aramendía
Psicólogo
col. num: A-898
Martinez Bardaji psicología.
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